Parece que la evolución no es exactamente una lotería. No todo se debe únicamente al azar. Todos los organismos que habitan la Tierra se han enfrentado desde el comienzo, a las presiones ambientales.
Factores que intervienen en la evolución de una especie:
→Mutación
→Clasificación
→Deriva genética
→Migraciones
→Recombinación genética
→Selección natural
→Selección sexual
Las especies evolucionan, es decir, cambian a lo largo del tiempo. Incluso se producen fenómenos de especiación mediante los cuales aparecen especies nuevas a partir de otras más antiguas. Según la teoría darwinista los procesos implicados son sencillos. Hay una variación genética que se da de modo aleatorio y una presión de selección que favorece a los de mayor éxito reproductor.
Naturalmente no puede darse cualquier cosa, pues la evolución generalmente trabaja sobre lo que hay y también hay limitaciones físicas. Pero el hecho de que estos cambios sean aleatorios nos hace creer que la evolución es siempre impredecible.
Sin embargo, hay pistas que nos indican que algunas veces se pueden predecir algunos rasgos. Así por ejemplo, nos podemos encontrar con casos de especies no emparentadas situadas en lugares geográficos distintos, que sometidas a presiones de selección similares en nichos ecológicos parecidos, adoptan una morfología similar. Se puede dar, por tanto, una cierta convergencia evolutiva.
Esto también se puede demostrar con programas computacionales basados en algoritmos genéticos. En esos programas se trata de encontrar una solución a un problema usando las reglas de evolución darwinista en el que ciertos objetos mutan, se reproducen y son seleccionados hasta que son capaces de alcanzar una solución muy cercana a la óptima. En este caso nunca se pretende conseguir un resultado aleatorio, sino todo lo contrario: alcanzar una solución en el menor tiempo posible.
En el caso se sistemas biológicos no se tiene sistemas tan limpios, sencillos y controlados, pero de todos modos los científicos investigan sobre ello.
Ahora un grupo de la Universidad de Princeton publica en Science un resultado en el que se sugiere que con cierto conocimiento de la genética de una especie y sabiendo ciertas condiciones ambientales que afectan ciertos genes es posible determinar y predecir el patrón evolutivo controlado por esas condiciones ambientales. Bajo estas condiciones, al menos en ciertos casos, la evolución sería predecible.
Este grupo de investigadores muestrearon secuencias de ADN en 29 especies de insectos lejanamente emparentadas. Catorce de estas especies han desarrollado evolutivamente características casi idénticas debido a influencias externas, pues se alimentan de plantas que producen el mismo tipo de toxinas. Estas toxinas generalmente alteran negativamente el funcionamiento de la bomba sodio-potasio de las células.
Entre los insectos estudiados se encuentran especies tan alejadas unas de otras como las mariposas, pulgones o escarabajos. Aunque algunas de estas especies han experimentado cambios similares en una proteína clave de la bomba de sodio-potasio, que situada en la membrana celular regula la razón entre sodio y potasio en la célula respecto al exterior.
Esta evolución paralela en numerosos insectos, en lugar de sólo en dos especies, apoya la idea de que el fenómeno no se ha dado por casualidad. Este estudio nos dice que ciertos rasgos tienen un número limitado de mecanismos moleculares y por esta razón distintas especies pueden compartir los mismos mecanismos.
Estos investigadores sostienen que el hecho de que estas soluciones a un mismo problema sean usadas una y otra vez en especies no emparentadas sugiere que el transcurso de la evolución puede ser repetible y predecible.
Vídeo de la evolución de las especies:
https://www.youtube.com/watch?v=1C7wESbqO44